«Depositen en él toda ansiedad»
1 Pedro 5:7
¿Quién de nosotros no ha sentido ansiedad de vez en cuando? Y sin embargo, la Biblia lo prohíbe con suma claridad y con la misma claridad provee un remedio infalible: «Bendito el hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él. Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto».
No se angustiará. No se angustiará en el año de sequía, en tiempo de oscuridad espiritual. No se angustiará en cuanto a la provisión espiritual; no se angustiará en cuanto a la provisión temporal, como el alimento o el vestido; no se angustiará en cuanto al testimonio de sus labios, qué decir o cómo decirlo.
Entonces, ¿qué es lo que queda acerca de lo cual podamos angustiarnos? Nada. Porque el Señor continuó diciendo: ¿por qué se preocupan? Y Pablo dice además: «No se inquieten por nada».
La ansiedad, por lo tanto, está prohibida en la Biblia. Pero ¿cómo podemos evitarla? Echando toda nuestra ansiedad y preocupación sobre él porque él tiene cuidado de nosotros.
¡Bendito el hombre que no se angustia!
—Aphra White

