DISEÑADOS UNOS PARA OTROS
Dios nunca nos habría dado la Gran Comisión, de ir al mundo y predicar el evangelio, si jamás hubiera tenido la intención de que nosotros realmente avanzáramos. Pedro nos dice que el Señor no quiere que «ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» (2 Pedro 3.9). Dios jamás diría tal cosa si no fuera posible.
Nosotros, todos, somos llamados a esta gran tarea, pero ninguno de nosotros puede hacerlo solo. Ningún pastor puede, por sí solo, llevar a cabo tal llamado, sin importar cuán dotado sea. A menos que cada uno de nosotros agarre el fuego, a la larga nos faltará el calor contra la frialdad de la era presente.
Pocas cosas le son a Dios más hermosas que ver a Su pueblo servir y trabajar juntos en armonía. Es como una sinfonía a Sus oídos. Así es como fuimos creados para funcionar.
Dios nos diseñó para necesitarnos los unos a los otros. Para alcanzar a nuestras comunidades, y mucho más aun al mundo, necesitamos que cada ministerio haga su parte y a cada congregación entusiasmada haciendo el trabajo de la iglesia en equipo.