«Puse en el SEÑOR toda mi esperanza;
él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor» (Salmos 40:1).
Esperar es mucho más difícil que caminar porque esperar requiere paciencia, y la paciencia es una virtud muy rara. Nos alegra saber que Dios construye cercos alrededor de su pueblo, cuando vemos esos cercos como un medio de protección.
Pero cuando los vemos crecer y crecer hasta que ya no podemos mirar por sobre ellos, nos preguntamos si alguna vez podremos salir de nuestra pequeña esfera de influencia y servicio donde nos sentimos atrapados.
A veces nos es difícil entender por qué no tenemos una más grande área de servicio y resulta difícil para nosotros «brillar en el sitio» donde estamos. Pero Dios tiene un propósito en todas sus demoras. «El Señor afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo de vivir» (Salmos 37:23).
Junto al salmo 37:23, en el margen de su Biblia, George Mueller escribió lo siguiente: «Y las detenciones también». Es un serio error cuando alguien intenta saltarse el cerco de protección de Dios.
Un principio vital de la dirección del Señor para un creyente es nunca salirse del lugar donde está seguro de que Dios lo ha puesto allí.
—Sunday School Times
… Esperar —manteniéndose fiel a su liderazgo— es el secreto de la fuerza. Y lo que sea que no se alinee con la obediencia a él es una pérdida de tiempo y energía.
—Samuel Dickey Gordon
¿Debe considerarse un fracaso la vida de alguien obligado a detenerse, forzado a la inacción y a que se quede observando las grandes y rugientes mareas desde la playa? No. La victoria es haberse quedado quieto y esperando en silencio.
Sin embargo, esto es mil veces más difícil que en el pasado, cuando apresuradamente se lanzó al ajetreo de la vida. Se requiere mucho más valentía para soportar y esperar en silencio sin desmayar ni perder las esperanzas, para someterse a la voluntad de Dios, para renunciar a oportunidades de trabajo y para dejar los honores a los demás y quedarse quieto, confiado y regocijándose mientras la multitud atareada sigue feliz su camino.