«Ni un solo hombre de esta generación perversa verá la buena tierra que juré darles a sus antepasados. Sólo la verá Caleb hijo de Jefone. A él y a sus descendientes les daré la tierra que han tocado sus pies, porque fue fiel al SEÑOR» (Deuteronomio 1:35–36).
Cualquier trabajo difícil que se le presente y que preferiría no hacer, que demande de usted el máximo esfuerzo, le cause dolor y la mayor angustia, trae una bendición con él. Y negarse a hacerlo, independientemente del costo personal, es perder la bendición.
Cada tramo difícil del camino en el cual ve las pisadas del Maestro y a través de las cuales le invita a seguirlo conduce incuestionablemente a las bendiciones. Y estas son bendiciones que usted nunca recibirá a menos que esté dispuesto a ir por la senda cuesta arriba y espinosa.
Cada campo de batalla con el que se encuentre donde se vea en la necesidad de desenvainar la espada y pelear con el enemigo tiene la posibilidad de victoria que probará ser una rica bendición para su vida. Y cada carga pesada que se le llame a llevar encierra dentro de ella un milagroso secreto de fuerza.