«Y le digo a Dios, a mi Roca:
“¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué debo andar de luto y oprimido por el enemigo?”» (Salmos 42:9).
Querido creyente, ¿puede usted responder la pregunta: «¿Por qué debo andar de luto?» (Salmos 42:9)? ¿Puede decirme una razón por qué tan a menudo tiene que lamentarse en lugar de regocijarse? ¿Por qué le permite a su mente que se detenga en pensamientos sombríos?
¿Quién le dijo que la noche nunca se terminará? ¿Quién le dijo que el invierno de su descontento iría de helada en helada, de nieve en nieve y de hielo en hielo hasta las más fuertes tormentas de desesperación?
¿No sabe que el día viene después de la noche, que las lluvias desplazan la sequía y la primavera y el verano siguen al invierno? Así que, ¡no pierda la esperanza! Espere siempre, ¡porque Dios no le va a fallar!
—Charles H. Spurgeon