«Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia» (Salmos 46:1).
¿Por qué Dios se tardó tanto en venir en mi ayuda? Esta es una pregunta que surge frecuentemente, pero debemos recordar que Dios no actúa según nuestra agenda. Su plan es que usted cambie a través de las aflicciones y aprenda una lección de todo eso.
Él ha prometido: «Estaré con él en momentos de angustia, lo libraré y lo llenaré de honores» (Salmos 91:15). Él lo sacará de esa situación que lo aflige, pero no hasta que haya dejado de ser impaciente, de preocuparse y se calme y tranquilice. Entonces él dirá: «Es suficiente».
Dios usa las pruebas para enseñar a sus hijos lecciones preciosas. Las dificultades están ahí para educarnos y cuando cumplan tan loable propósito, recibiremos una gloriosa recompensa a través de ellas. En las dificultades hay un dulce gozo y un valor real, porque él las considera no como dificultades sino como oportunidades.
—Seleccionado
Una vez escuché a un anciano sencillo decir algo que nunca olvidaré. Dijo: «Cuando Dios lo pruebe a usted, es buen momento para probarlo usted a él y a sus promesas, y luego pedirle exactamente lo que sus pruebas han hecho necesario».
Hay dos formas de salir de una prueba. Una es, simplemente, tratar de deshacerse de ella y agradecer cuando se haya terminado. La otra es reconocerla como un desafío de parte de Dios para llegar a tener una mayor bendición como nunca antes hemos experimentado y aceptarla con alegría como una oportunidad de recibir una medida más grande de la gracia divina de Dios.
De esta manera, aun el adversario llega a ser una ayuda para nosotros como asimismo todo lo que parecía oponérsenos. Sin duda esto es lo que quieren decir las palabras «En todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Romanos 8:37).