«Pues tu amor es tan grande que llega a los cielos; ¡tu verdad llega hasta el firmamento!» (Salmos 57:10).
Sospecho que la fuente de cada brizna de dolor en mi vida puede trazarse hasta una simple incredulidad. Si realmente creo que el pasado está totalmente perdonado, el presente recibe una provisión de poder y el futuro es brillante con esperanza, ¿cómo no podría estar completamente feliz?
Sí, el futuro es brillante a causa de la fidelidad de Dios. Su verdad perdurable no cambia con mi estado de ánimo y él nunca flaquea cuando tropiezo y caigo sobre una promesa suya debido a mi incredulidad.
Su fidelidad se mantiene firme y tan prominente como los picos de las montañas de perlas dividiendo las nubes de eternidad. Y cada base de sus colinas se arraiga en una insondable profundidad en la roca de Dios.
—James Smetham
¿No le parece extraño que no recibamos la bendición de Dios después de tropezar con su promesa debido a nuestra incredulidad? No estoy diciendo que la fe no amerite una respuesta o que podamos hacer algo para ganarla. Pero Dios mismo ha hecho creíble una condición de recibir y el dador tiene el derecho soberano de elegir sus propios términos para sus dones.
—Samuel Hart
Nada hay más allá del alcance de la oración excepto aquellas cosas que están fuera de la voluntad de Dios.