«Tan pronto como los sacerdotes que llevan el arca del SEÑOR, soberano de toda la tierra, pongan pie en el Jordán, las aguas dejarán de correr y se detendrán formando un muro» (Josué 3:13).
Los israelitas no iban a esperar hasta que el Jordán se abriera, sino que levantarían el campamento, empacarían sus pertenencias, se formarían para iniciar la marcha y entrarían al agua antes que el río se decidiera a darles paso.
Si al llegar a la ribera del río se hubieran detenido a esperar que las aguas se dividieran antes de avanzar, habrían esperado en vano.
Nosotros debemos aprender a creerle a Dios y a su Palabra y seguir adelante en obediencia aun cuando no veamos camino alguno.
La razón por la que a menudo somos desviados por las dificultades es porque esperamos ver que las barreras sean quitadas del camino antes de atrevernos a pasar a través de ellas.
Si solo nos decidiéramos a seguir adelante por fe, el camino se abriría para nosotros. Pero nos quedamos estáticos, esperando que se quiten los obstáculos cuando deberíamos seguir adelante como si no hubiera obstáculo alguno.
La fe que va adelante es la que triunfa.