«Al reflexionar sobre la muerte de su padre, los hermanos de José concluyeron: “Tal vez José nos guarde rencor, y ahora quiera vengarse de todo el mal que le hicimos.”
Por eso le mandaron a decir: “Antes de morir tu padre, dejó estas instrucciones: ‘Díganle a José que perdone, por favor, la terrible maldad que sus hermanos cometieron contra él.’ Así que, por favor, perdona la maldad de los siervos del Dios de tu padre.” Cuando José escuchó estas palabras, se echó a llorar. Luego sus hermanos se presentaron ante José, se inclinaron delante de él y le dijeron: —Aquí nos tienes; somos tus esclavos.
—No tengan miedo —les contestó José—. ¿Puedo acaso tomar el lugar de Dios? Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente. Así que, ¡no tengan miedo! Yo cuidaré de ustedes y de sus hijos. Y así, con el corazón en la mano, José los reconfortó» (Génesis 50:15–21).
Génesis 50:20 contiene uno de los más grandes testimonios jamás escrito acerca de la efectividad de la obra de Dios a nuestro favor durante tiempos de crisis… por haber sido liberados no del sufrimiento sino a través del sufrimiento…
¿No hemos, cada uno de nosotros, experimentado esto miles de veces comprobando que es verdad? Alguien una vez dijo de José que cuando estaba en el pozo «hierro entró en su alma». Y la dureza del hierro era lo que exactamente necesitaba porque antes de eso solo había experimentado el resplandor del oro. Se había venido regocijando en sueños juveniles y soñar suele endurecer el corazón.
… Querida alma, si quieres que tu simpatía por los demás se amplifique, deberás estar dispuesta a someter tu vida a algún grado de sufrimiento.
El pozo de José fue el camino que lo condujo al trono y no habría sido capaz de alzar la carga de hierro de sus hermanos de no haber experimentado el hierro en su propia vida.
Su vida se amplificará en proporción directa a la cantidad de hierro que haya soportado… Así que no se queje por las sombras de oscuridad; de hecho, estas sombras son mejores que el mejor de los sueños que usted jamás haya tenido. No diga que la oscuridad de la prisión lo ha encadenado, porque sus cadenas son alas, alas para volar hacia el corazón y el alma de los demás. Y la puerta de su prisión es la puerta al corazón del universo. —George Matheson