Una Relación Profunda
«El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos».
Lucas 4.18
Hay muchos aspectos de su persona —sus decisiones, historia o circunstancias— que son difíciles de encarar. De hecho, pueden ser tan dolorosos que simplemente quiera borrarlos de su mente. Preferiría que nadie supiera al respecto… especialmente Dios.
Sin embargo, al Padre celestial no le sorprenden ni le producen repulsión sus heridas, temores y fracasos más profundos. Él sabe todo al respecto, y su respuesta es buscarle y sanarle por completo. Por eso envió a Cristo para salvarle (Romanos 5.8).
Por eso también le invita a tener una relación íntima con Él: una comunión que va mucho más allá de lo que usted ve, toca o siente. Él desea que encuentre su presencia en las profundidades de su persona, donde la verdadera libertad y la sanidad tienen lugar.
Así que no tenga miedo de ser sincero con Él, porque esa es la senda que conduce a una paz y fortaleza genuinas.
Padre, estoy muy agradecido porque cuando ves mis caídas, deseas sanarme con compasión. Gracias por ayudarme a andar en tu libertad. Amén.
En su presencia… usted es aceptado, liberado y fortalecido.