«Pero clamaron al SEÑOR, y él hizo que surgiera un libertador, Otoniel hijo de Quenaz, hermano menor de Caleb. Y Otoniel liberó a los israelitas. El Espíritu del SEÑOR vino sobre Otoniel, y así Otoniel se convirtió en caudillo de Israel y salió a la guerra. El SEÑOR entregó a Cusán Risatayin, rey de Aram, en manos de Otoniel, quien prevaleció sobre él» (Jueces 3:9–10).
Dios está continuamente preparando a sus héroes y cuando es el tiempo, los pone en un instante en posición. Él trabaja tan rápido que el mundo se pregunta de dónde vinieron.
Amigo mío, deje que el Espíritu Santo lo prepare a través de la disciplina de la vida. Y cuando le haya dado el toque final, será fácil para Dios ponerlo en el lugar preciso.
El día viene cuando, como Otoniel, también juzgaremos a las naciones y reinaremos con Cristo sobre la tierra durante el reino milenial.
Pero antes de ese glorioso día debemos dejar que Dios nos prepare como lo hizo con Otoniel en Quiriat Séfer (ver Jueces 1:11–13). Debemos dejar que Dios trabaje en medio de nuestras actuales pruebas y en las pequeñas victorias la importancia futura de cuanto nos podemos imaginar. Pero debemos estar seguros que si el Espíritu Santo actúa en nosotros, el Señor del cielo y de la tierra ha preparado también un trono para nosotros.
—A. B. Simpson
Las fuerzas humanas y las grandezas del hombre
No brotan del lado asoleado de la vida,
Los héroes deben ser más que maderos a la deriva
Flotando en una marea sin olas.
Todas las carreteras de la vida descienden al valle de vez en cuando. Y todos tenemos que pasar por el túnel de las tribulaciones antes que podamos entrar al camino ascendente que lleva al triunfo.
Es del sufrimiento que las almas más fuertes jamás conocidas han emergido; el más grande despliegue del carácter en el mundo se puede ver en aquellos que ostentan las cicatrices del dolor; los mártires de todos los siglos han usado sus capas de coronación que han relucido con el fuego, pero a través de sus lágrimas y dolores han visto las puertas del cielo.
—Chapin