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Regocijo en sus Promesas | Salmos 119:162

Lo primero que me debe preocupar es sino cómo puedo llevar mi alma a sentir alegría y cómo mi hombre interior puede alimentarse. Lea el Evangelio del día en Salmos 119:162



«Me regocijo en tu promesa como quien halla un gran botín» (Salmos 119:162).

Al Señor le ha placido enseñarme una verdad, el beneficio de la cual he disfrutado por más de catorce años vi más claro que nunca que el asunto más importante que tengo que atender todos los días es asegurarme de que mi alma esté gozosa en el Señor.

Lo primero que me debe preocupar es sino cómo puedo llevar mi alma a sentir alegría y cómo mi hombre interior puede alimentarse. Porque puedo tratar de poner la verdad delante del incrédulo, puedo tratar de beneficiar a los creyentes, puedo tratar de aliviar al angustiado.

Puedo, de otras maneras, tratar de comportarme como corresponde a un hijo de Dios en este mundo; y sin embargo, si no soy feliz en el Señor y no estoy fortalecido en el hombre interior día tras día, todo lo demás no lo estoy haciendo en el espíritu correcto.

Anteriormente mi práctica había sido, por lo menos por los diez años previos, como un acto habitual, entregarme a la oración en la mañana después de vestirme. Entonces vi que lo más importante que tenía que hacer era entregarme a la lectura de la Palabra de Dios y meditar en ella, para que de esa manera mi corazón pudiera recibir consuelo, aliento, afecto, reprensión, instrucción.

Y para que así, mediante la Palabra de Dios, al meditar en ella, mi corazón pudiera experimentar la comunión con el Señor.
Comencé entonces a meditar en el Nuevo Testamento desde el principio, temprano en la mañana.

El resultado que he encontrado casi invariablemente es este: que después de unos minutos, mi alma ha sido dirigida a la confesión, a la acción de gracias, a la intercesión o a la súplica; de modo que, aunque no me entregaba a la oración sino a la meditación, sin embargo, esta se convertía de inmediato más o menos en oración.

Antes pasaba un cuarto de hora o media hora, o hasta una hora sobre mis rodillas, antes de sentir que había recibido consuelo, aliento, humillación del alma, etc. Ahora casi nunca sufro eso; porque al recibir mi corazón nutrición de la verdad y experimentar la comunión con Dios, hablo con mi Padre y con mi Amigo (aun siendo yo indigno y vil) acerca de las cosas que él ha traído delante de mí en su Palabra preciosa.





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La Biblia

La Biblia es el conjunto de libros canónicos del judaísmo y el cristianismo. La Biblia es la Palabra de Dios, escrita por hombres inspirados por el Espíritu santo

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