«Pero nadie dice: “¿Dónde está Dios, mi Hacedor,
que me infunde fuerzas por las noches…”» (Job 35:10).
¿Ha experimentado alguna vez noches sin poder dormir, dando vueltas en la cama y anhelando ver las primeras luces del amanecer? Cuando tal cosa ocurre, ¿por qué no pedirle al Espíritu Santo que fije sus pensamientos en Dios, su Hacedor, y creer que él puede llenar esas noches solitarias y tristes con una canción?
¿Es la suya una noche de duelo? Concéntrese en Dios y él se acercará a su corazón entristecido, trayéndole la seguridad de que él necesita a la persona que ha muerto.
Le asegurará que ha llamado al espíritu entusiasta y ansioso de su ser querido para que se integre a la multitud viviente radiante, invisible y liberada.
Y cuando este pensamiento tome posesión de su mente junto con el conocimiento de que su ser querido participa en una gran misión celestial, de su corazón brotará un himno de alabanza.
¿Es la suya una noche de desaliento o fracaso, real o imaginario? ¿Se siente como si nadie lo entendiera y sus amigos lo han ignorado? Anímese: su Hacedor «se acercará a [usted]» (Santiago 4:8) y le dará una canción, una canción de esperanza que armonizará con la música de su providencia.
Prepárese para cantar la canción que su Hacedor le da.