Las Bendiciones de la Primogenitura
Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. Sal. 32: 8.
Es tanto el privilegio de cada miembro de la iglesia conocer por medio de la Palabra la voluntad de Dios con respecto a su conducta, como lo es para el presidente de la asociación o para cualquier otra persona que ocupe un cargo de confianza.
Buscarán al Señor todos los que desean ser instruidos, iluminados y modelados por el Espíritu Santo. Dios está listo para comunicarse con su pueblo.
Cada cual debe tratar de conocer la Palabra de Dios por sí mismo mediante ferviente oración, y cumplirla. Solamente cuando pone su confianza en Dios cada día, y no en el brazo de carne, obtendrá el alma la experiencia necesaria para responder esta oración de Cristo:
"Y esta empero es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado" (Juan 17: 3).
Esta es la lección que se da a cada alma que ha comenzado el nuevo año. En todas las preocupaciones temporales de ustedes, en todos los cuidados y ansiedades, esperen en el Señor. No confíen en príncipes, ni en hijos de hombres porque ocupan cargos de confianza.
El Señor ha unido los corazones de ustedes con el de él. Si lo aman, y han sido aceptados en su servicio, lleven al Señor todas sus cargas, públicas y privadas, y esperen en él.
Tendrán entonces una experiencia individual, una convicción de su presencia y su disposición a escuchar las oraciones de ustedes en demanda de sabiduría e instrucción, que les dará seguridad y confianza en la buena voluntad del Señor para socorrerlos en sus perplejidades.
Quiere que se regocijen y lo alaben cada día por el privilegio que les concede mediante las palabras de Cristo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mat. 11: 28).
Extiendan sus casos delante del Señor, y no importa cuáles sean sus ansiedades y pruebas, el espíritu de ustedes se fortalecerá para resistirlos. Se abrirá el camino delante de ustedes para librarlos de las ataduras y dificultades.
No necesitan ir al pueblo vecino o a los confines de la tierra para saber qué hacer. Confíen en Dios como su permanente Ayudador, como el que es capaz de dirigir todas las cosas puesto que sabe qué es lo mejor.