«Marcharé al frente de ti, y allanaré las montañas» (Isaías 45:2).
«¿Me falta acaso fuerza para liberarlos?» (Isaías 50:2).
Si alguno de ustedes, amados, parece estar enredado en dificultades para las cuales no encuentra solución, mire a aquel que es perfecta sabiduría y permita que el enredo pase de sus manos a las de él; entréguele el asunto. Lo que es imposible para usted es perfectamente posible para él, que es todopoderoso.
¿Cómo se enredan algunos de nuestros problemas con el pasar de los días sin que aparezca ninguna forma de enderezar el asunto? Quizás los hemos conservado demasiado en nuestras manos.
Entonces no es de asombrarse que no encontremos el principio ni el final del hilo ni la manera de aflojar la hebra anudada en los lugares apropiados. Un joven que escribía a su padre acerca de un problema personal, dijo: «Una vez más, apenas ayer, he puesto todo este asunto en las manos del Señor y le he pedido que me guíe en todo.
A menudo recuerdo cómo se me enredaba el hilo de pescar. Mientras más lo tiraba, peor era. Al final, te lo entregaba todo a ti y tú lo arreglabas. Así que, por lo general, eso es lo que hago con mis problemas ahora y estoy tratando de aprender a no halar demasiado el hilo antes de dárselo a él».
¿Ha estado usted tirando el hilo de ese problema que lo inquieta hoy? Entréguelo al Padre celestial y vea con cuánto amor y rapidez él desenreda la maraña y el nudo de imposibilidad que lo ha inquietado tanto.
—Sunday School Times
«Con irreflexivas e impacientes manos enredamos los planes que el Señor ha hecho. Y cuando lloramos con dolor, él dice: “Tranquilízate, querido, mientras desenredo el nudo”».