«Allí Asá invocó al SEÑOR su Dios y le dijo: “SEÑOR, sólo tú puedes ayudar al débil y al poderoso. ¡Ayúdanos, SEÑOR y Dios nuestro, porque en ti confiamos, y en tu nombre hemos venido contra esta multitud!
¡Tú, SEÑOR, eres nuestro Dios! ¡No permitas que ningún mortal se alce contra ti!”» (2 Crónicas 14:11).
Recuérdele a Dios su responsabilidad exclusiva: «Sólo tú puedes ayudar» (2 Crónicas 14:11).
Las posibilidades contra los hombres de Asá eran enormes. Parecía imposible para Asá defenderse contra tan vasta multitud. No había aliados que pudieran venir en su ayuda; por lo tanto, su única esperanza era Dios.
En algún momento puede ocurrir que sus dificultades lleguen a un nivel tan alarmante que piense que ninguna ayuda humana es posible.
En dificultades menores es posible que haya podido echar mano a tal recurso, pero ahora no le queda otro camino que confiar en su Amigo todopoderoso. Ponga a Dios entre usted y su enemigo.
Asá, al darse cuenta de su falta de fuerza, vio a Jehová como estando de pie entre el poderoso Zera y él. Y era así.Se nos dice que «el SEÑOR y su ejército… aniquilaron» a los cusitas (2 Crónicas 14:13, itálicas del autor) como si los guerreros celestiales se hubiesen lanzado contra el enemigo en nombre de Israel.
Así, las fuerzas de Dios superaron de tal manera al inmenso ejército enemigo que tuvo que salir huyendo. Entonces lo que Israel tuvo que hacer fue perseguirlos y recoger el botín.
Nuestro Dios es «el SEÑOR Todopoderoso» (Isaías 10:16) que puede convocar refuerzos inesperados en cualquier momento para ayudar a su pueblo. Crea que él está entre usted y sus dificultades, y que los problemas huirán delante de él como las nubes en el viento.
—F. B. Meyer