El Espejo Celestial
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. 2 Cor. 3: 18. Mi querido hermano: ¿Qué ha estado contemplando usted?
Al considerar las imperfecciones de hombres y mujeres gradualmente se ha ido asemejando a ellos. Cambie fundamentalmente, y al mirar a Jesús, al contemplar su perfección, se transformará a su imagen. Entonces su Espíritu tomará posesión de su mente y su carácter.
Mediante su piedad y su espiritualidad, mediante sus palabras y actos, mediante su actividad espiritual en favor de la verdad y la justicia, usted representará a Cristo. Cuando alguien se aparta de las imperfecciones humanas y contempla a Jesús, su carácter experimenta una transformación divina.
Fija sus ojos en Cristo como en un espejo que refleja la gloria de Dios, y al contemplarlo se transforma "de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor". "Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él" (Rom. 8: 9).
Aparte su vista de las imperfecciones de los demás, y fíjela persistentemente en Cristo. Investigue con corazón contrito su vida y su carácter. No solamente necesita recibir más luz sino que debe ser vivificado para que pueda ver el banquete que tiene delante, y pueda comer y beber la carne y la sangre del Hijo de Dios, que es su Palabra.
Al probar la buena Palabra de Vida, al alimentarse del Pan de Vida, puede percibir las virtudes del mundo venidero, y ser creado de nuevo en Cristo Jesús. Si recibe sus dones, si se renueva en santidad, su gracia producirá en usted frutos para gloria de Dios.
El Espíritu Santo revela a Cristo a la mente, y la fe se aferra a él. Si acepta a Cristo como su Salvador personal, sabrá por experiencia propia cuánto vale el sacrificio hecho en su favor en la cruz del Calvario.
El Espíritu de Cristo, al obrar sobre el corazón, lo conforma a su imagen; porque Cristo es el modelo sobre cuya base obra el Espíritu. Mediante el ministerio de su Palabra, sus providencias, su obra interior, Dios estampa la semejanza de Cristo en el alma. Poseer a Cristo es su primera tarea, y revelarlo como el que puede salvar hasta lo sumo a todos los que acuden a él es la tarea siguiente.