«El SEÑOR bendijo más los últimos años de Job que los primeros, pues llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas» (Job 42:12).
Job encontró su herencia a través del dolor que sufrió. Su piedad tenía que ser confirmada y autenticada. Asimismo, mis agonías deben profundizar mi carácter y vestirme de los dones que tenía antes de mis pruebas, porque mis frutos más maduros crecen contra los muros más escarpados.
El lugar de gloria al cual voy lo alcanzaré solo a través de mi propia humildad, de mis propias lágrimas y de mi propia muerte, así como a Job sus aflicciones lo dejaron con una más alta imagen de Dios y unos más humildes pensamientos de sí mismo. Al final, pudo exclamar: «Ahora te veo con mis propios ojos» (Job 42:5 itálicas del autor).
Si yo experimento la presencia de Dios en su majestad a través de mi dolor y mi pérdida, me inclinaré ante él y oraré: «Hágase tu voluntad» (Mateo 6:10, itálicas del autor), lo cual significará una gran ganancia para mí.
Dios le dio a Job atisbos de su gloria futura, porque en aquellos días y noches fatigosos y difíciles, se le permitió traspasar el velo de Dios y pudo decir con toda sinceridad: «Yo sé que mi redentor vive» (Job 19:25, itálicas del autor).
Así pues, definitivamente: «El SEÑOR bendijo más los últimos años de Job que los primeros» (Job 42:12).
Las pruebas nunca vienen a alguien a menos que traigan una pepita de oro en la mano.
La aparente adversidad terminará siendo una bendición para aquellos de nosotros que actuamos correctamente, si es que estamos dispuestos a mantenernos sirviendo y esperando con paciencia.
¡Piense en las grandes almas victoriosas del pasado que sirvieron con una fe inquebrantable y fueron invencibles y valientes! Hay muchas bendiciones que nunca obtendremos si no estamos dispuestos a aceptar y soportar el sufrimiento.
Hay ciertas alegrías que pueden llegar a nosotros solamente a través del dolor. Hay revelaciones de la divina verdad de Dios que recibiremos solo cuando las luces de la tierra se hayan extinguido. Y hay siembras que crecerán solo una vez que el arado haya hecho su trabajo.