«Ante ese espectáculo de truenos y relámpagos, de sonidos de trompeta y de la montaña envuelta en humo, los israelitas temblaban de miedo y se mantenían a distancia. Así que le suplicaron a Moisés:
—Háblanos tú, y te escucharemos. Si Dios nos habla, seguramente moriremos.
—No tengan miedo —les respondió Moisés—. Dios ha venido a ponerlos a prueba, para que sientan temor de él y no pequen.
Entonces Moisés se acercó a la densa oscuridad en la que estaba Dios, pero los israelitas se mantuvieron a distancia» (Éxodo 20:18–21).
Dios aún tiene sus secretos, ocultos de los «sabios e instruidos» (Lucas 10:21). No tema a estas cosas desconocidas, sino alégrese de aceptar las que no puede entender y esperar con paciencia. A su debido tiempo él le revelará los tesoros de lo desconocido, las riquezas de la gloria de su misterio.
Reconozca que el misterio es simplemente el velo que cubre la faz de Dios.
No tenga miedo de entrar en la nube que desciende sobre su vida porque Dios está en ella. Y el otro lado está radiante con su gloria. «No se extrañen del fuego de la prueba que están soportando, como si fuera algo insólito. Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo» (1 Pedro 4:12–13).
Cuando se sienta abandonado y olvidado, Dios está cerca. Está en la nube más oscura. Avance en la oscuridad sin inmutarse, sabiendo que bajo el amparo de la nube, Dios lo está esperando.
—Seleccionado