«Y el SEÑOR le dijo:
—Voy a presentarme ante ti en medio de una densa nube, para que el pueblo me oiga hablar contigo y así tenga siempre confianza en ti.
Moisés refirió al SEÑOR lo que el pueblo le había dicho» (Éxodo 19:9).
Usted debería adquirir el hábito de buscar el lado positivo de las tormentas. Y una vez encontrado, concentrar su atención en él en lugar de en la oscuridad circundante. No dé lugar al desaliento sin importar cuán dura sea la prueba o cuantiosos los problemas que lo rodean.
Las almas desalentadas están en una situación de indefensión y son incapaces tanto de «hacer frente a las artimañas del diablo» (Efesios 6:11) por sí solas como de prevalecer en oración por otros. Huya de todo síntoma del enemigo mortal del desaliento así como huiría de una serpiente. Nunca le dé las espaldas parsimoniosamente, a menos que desee morder el polvo de la amarga derrota.
Busque las promesas específicas de Dios, repitiendo en voz alta: «Esta promesa es mía». Ahora, si sigue experimentando sentimientos de duda y desaliento derrame su corazón ante Dios, pidiéndole que reprenda al adversario que está acosándole sin misericordia.
En el mismo instante en que usted rechaza decididamente todo síntoma de desaliento y desconfianza, el bendito Espíritu Santo reavivará su fe e inspirará en su alma la fuerza divina de Dios.
Al principio, es posible que usted no sea consciente de lo que está ocurriendo, pero en la medida que rehúya sin concesiones cada ataque o incluso cualquier tendencia hacia la duda o la depresión, muy pronto va a poder ver los poderes de oscuridad replegándose derrotados.
Oh, si solo nuestros ojos pudieran ver los poderosos ejércitos de fuerza y poder que están siempre detrás de nosotros cuando nos volvemos de las huestes de oscuridad a Dios, no prestaríamos atención a los esfuerzos de nuestro astuto enemigo para angustiarnos, deprimirnos o desanimarnos.
Todos los atributos milagrosos de la Deidad están junto al creyente, por más débil que este sea, que en el nombre de Jesucristo y en una confianza sencilla e inocente se entrega a Dios en busca de ayuda y dirección.
—Seleccionado