«Maltratado y humillado» (Isaías 53:7).
Cristo fue escogido de entre el pueblo, para que pudiera conocer nuestras necesidades y compadecerse de nosotros. Creo que algunos de los ricos no tienen la noción de lo que es la angustia de los pobres.
No tienen la menor idea de lo que es trabajar por el pan diario. Tienen un concepto muy vago de lo que significa el aumento del precio de los alimentos; no saben nada acerca de eso. Y cuando ponemos en el poder a hombres que nunca formaron parte del pueblo, no entienden el arte de gobernarnos. Pero nuestro gran y glorioso Jesucristo es uno escogido de entre el pueblo; y por tanto, conoce nuestras necesidades.
Jesús sumó tentación y dolor antes que nosotros; llevó nuestras enfermedades; soportó el cansancio, porque exhausto, se sentó junto al pozo; conoce la pobreza, porque a veces no tenía pan para comer, excepto el pan del cual el mundo nada sabe; supo también lo que era no tener casa, porque las zorras tenían cuevas y las aves del cielo nidos, pero él no tenía dónde recostar su cabeza.
Hermano, no hay lugar al que usted pueda ir, donde Jesús no haya estado antes, a excepción de los lugares de pecado. Él ha estado allí antes que usted; él ha allanado el camino; ha entrado en el sepulcro para que la tumba pudiera ser la cámara real de la raza redimida, el aposento para quitarse la ropa de trabajo y ponerse las vestiduras del descanso eterno.
En todos los lugares, adondequiera que vamos, el Ángel del pacto ha sido nuestro precursor. Cada carga que tenemos que llevar estuvo una vez sobre los hombros de Emanuel.
«Su camino fue mucho más áspero y oscuro que el mío. Cristo mi Señor sufrió, ¿y voy yo a quejarme?».
Querido compañero de viaje, tenga ánimo. Cristo ha consagrado el camino.