«Cuéntame, amor de mi vida, ¿dónde apacientas tus rebaños?, ¿dónde a la hora de la siesta los haces reposar?» (Cantares 1:7).
Hemos perdido el arte de «descansar al mediodía». Muchos están sucumbiendo poco a poco a la tensión de la vida porque han olvidado cómo descansar. La corriente constante, la uniformidad continua de la vida es lo que mata.
El descanso o reposo no es un sedante para los enfermos, sino un tónico para los fuertes. Significa emancipación, iluminación, transformación. Impide que nos convirtamos en esclavos aun de las buenas obras.
Uno de nuestros naturalistas de Cambridge una vez me contó de un experimento que había hecho con una paloma. El ave había nacido en una jaula y nunca había sido libre; un día su propietario tomó el ave, la llevó al portal de la casa y la lanzó al aire.
Para sorpresa del naturalista, la capacidad del ave para volar era perfecta. Voló alrededor como si hubiera nacido en el aire; pero pronto su vuelo se volvió agitado, jadeante y los círculos se hicieron más pequeños, hasta que por fin el ave se precipitó contra el pecho de su dueño y cayó a tierra.
¿Qué significaba eso? Significaba que aunque el ave había heredado el instinto de volar, no había heredado la capacidad de detenerse y si no hubiera arriesgado el impacto de una parada repentina, la pequeña vida hubiera muerto de sofocación en el aire.
¿No es esta una parábola de muchas vidas modernas: dotadas por completo con el instinto de acción, pero sin la capacidad de detenerse? La vida da vueltas constantes en su círculo cansado hasta que casi se muere a toda velocidad.
Cualquier impacto, hasta una experiencia severa, es una misericordia si detiene el remolino. Algunas veces Dios detiene abruptamente a un alma así, mediante el golpe agudo de un problema, y el alma cae en desesperación a sus pies, entonces él se inclina sobre ella y le dice: «Quédate tranquilo, hijo; quédate tranquilo y conoce que yo soy Dios».
Hasta que poco a poco, la desesperación del problema se transforma en sumisión y obediencia, y la pobre vida que aleteaba cansada, se fortalece para volar otra vez.
¿Acaso hace tanto tiempo que no recorremos el camino hacia nuestro «lugar de descanso» que se ha convertido en una jungla?