«Que así dice el SEÑOR: “No vayan a luchar contra sus hermanos, los israelitas. Regrese cada uno a su casa, porque es mi voluntad que esto haya sucedido.” Y ellos obedecieron la palabra del SEÑOR y regresaron, tal como el SEÑOR lo había ordenado» (1 Reyes 12:24).
Hijo mío, tengo un mensaje para ti el día de hoy. Permíteme susurrar en tu oído… Son solo tres palabras, pero déjalas que se sumerjan en tu ser interior… «Es mi voluntad».
¿Te has percatado de que lo que sea que te preocupe a ti me preocupa también a mí? «La nación que toca a mi pueblo, me toca la niña de los ojos» (Zacarías 2:8)… Por lo tanto, es mi especial deleite enseñarte.
… ¿Estás tú en circunstancias difíciles, rodeado por gente que no te entiende… y que siempre te quiere echar a un lado? «Es mi voluntad» Yo soy el Dios de las circunstancias.
Tú no estás aquí por accidente, sino que estás exactamente donde quiero que estés.
¿No me has pedido que te haga humilde? Entonces fíjate que te he puesto en la escuela perfecta donde se enseña la humildad…
¿Estás teniendo problemas con el dinero y te resulta difícil llegar a fin de mes? «Es mi voluntad» porque yo soy quien vigila tus finanzas y quiero que aprendas a depender de mí…
¿Estás pasando por un periodo de dolor? «Es mi voluntad». Yo soy un hombre «hecho para el sufrimiento» (Isaías 53:3). Y he permitido que tus consoladores terrenales te queden mal, para que al volverte a mí puedas recibir «consuelo eterno y una buena esperanza» (2 Tesalonicenses 2:16).
¿Has deseado hacer alguna obra grande para mí, pero en cambio has sido echado a un lado, en un lecho de enfermedad y dolor? «Es mi voluntad». Estabas tan ocupado que no pude conseguir tu atención y quería enseñarte algunas de mis más profundas verdades…
Hoy he puesto un vaso de aceite santo en tus manos… Unge con él toda nueva circunstancia, cada palabra que te cause una herida, cada interrupción que te ponga impaciente y cada debilidad que tengas. El dolor te permitirá aprender a verme en todas las cosas.