«Sara quedó embarazada y le dio un hijo a Abraham en su vejez. Esto sucedió en el tiempo anunciado por Dios»
Génesis 21:2
«Los planes del SEÑOR quedan firmes para siempre; los designios de su mente son eternos» (Salmos 33:11). Nosotros debemos estar preparados para esperar según el tiempo de Dios. Su tiempo es exacto, porque él hace las cosas «en el tiempo» que ha dispuesto (Génesis 21:2).
No nos corresponde a nosotros conocer su tiempo, y en verdad no tenemos la capacidad de conocerlo; por eso, debemos confiar y esperar.
Si Dios le hubiese dicho a Abraham cuando éste se encontraba en Harán que tendría que esperar treinta años para tener en sus brazos al hijo prometido, su corazón habría desfallecido.
Por eso Dios, en un acto de amor generoso, no le reveló el número de fastidiosos años que tendría que esperar. Solo cuando el tiempo se aproximaba, unos pocos meses antes que todo ocurriera, Dios le reveló su promesa: «El año que viene volveré a visitarte en esta fecha, y para entonces, Sara habrá tenido un hijo» (Génesis 18:14).
Al fin llegó «el tiempo señalado» y pronto las risas de felicidad que llenaron la casa del patriarca hicieron que la ahora anciana pareja se olvidara del largo tiempo que habían tenido que esperar.
Así es que, cobre ánimo, querido hermano, cuando Dios lo haga esperar. El que espera no será defraudado porque el Señor no variará ni un minuto del tiempo que ha establecido. Y pronto «su tristeza se convertirá en alegría» (Juan 16:20)…
—Seleccionado
Hay cosas que no se pueden conseguir en un día. Incluso Dios no hizo una gloriosa puesta de sol en un momento. Durante varios días reunió la niebla para construir sus hermosos palacios en el cielo occidental.