«¡Y las vacas feas y flacas se comieron a las vacas hermosas y gordas! En ese momento el faraón se despertó».
«¡Y las siete espigas delgadas se comieron a las espigas grandes y hermosas! En eso el faraón se despertó y se dio cuenta de que sólo era un sueño» (Génesis 41:4, 7).
Este sueño debería ser una advertencia para cada uno de nosotros. Sí, es posible que los mejores años de nuestras vidas, las más hermosas experiencias que hemos vivido, las más grandes victorias que hemos alcanzado y el mejor servicio que hemos dado sean tragados por tiempos de fracasos, derrotas, deshonor e inutilidad en el reino de Dios.
Algunas personas cuyas vidas fueron una promesa excepcional han terminado así. Es triste, pero es la verdad. Sin embargo, tal fin nunca ha sido necesario. Samuel Dickey Gordon en cierta ocasión dijo que la única seguridad cierta contra tal tragedia es tener un «toque fresco diario, o incluso cada hora, con Dios».
Mantener este «toque fresco con Dios» mediante Jesucristo será lo único que evite que «las vacas feas y flacas» (Génesis 41:4) y las «espigas delgadas» (Génesis 41:7) consuman mi vida.
—Messages for the Morning Watch