«Porque para Dios no hay nada imposible» (Lucas 1:37).
Los que han tenido el gozo de escalar las montañas suizas en la primavera habrán aprendido a amar su flora, con sus delicadas campanas malva. Hace muchos años apareció un folleto por Lilias Trotter, The Glory of the Impossible [La gloria de lo imposible], con un dibujo de esa pequeña planta encima de la nieve.
Nunca hemos olvidado la exquisita aplicación de la lección, al trazar ella el poder de la frágil planta para derretir la nieve y pasar a través de la cubierta helada hacia el sol arriba.
¡A nosotros nos deleita ver que se haga lo imposible y también a Dios!
Los botones perfumados del kiku (crisantemo) se abren aun en la helada.
—Proverbio japonés