Cristo, el Imán
Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. Hech. 10: 34, 35.
Cristo no reconoce ni casta ni nacionalidad. Considera prerrogativa suya, divina e intransferible, obrar de acuerdo con su poder y beneplácito. El compasivo Redentor obró en favor de todas las clases.
Cuando el paralítico fue descendido desde el tejado y puesto a sus pies, se dio cuenta de un vistazo del problema del doliente, e inmediatamente ejerció su poder de Salvador capaz de perdonar el pecado. "Ten ánimo -le dijo-, tus pecados te son perdonados" (Mat. 9: 2).
Al oír esto, algunos de los escribas dijeron para sí mismos: "¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?" (Mar. 2: 7).
¡Cuán sorprendidos quedaron cuando vieron que sus pensamientos fueron revelados en su presencia! "¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? -les preguntó Jesús-. ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?
Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa" ( Mar. 2: 8-11). Cristo cambió la relación del pecador con Dios al extirpar el pecado de lo más íntimo del alma.
El rico insensato murió en medio de su proclamada riqueza, pero el pecador desamparado fue llevado a Cristo, y al creer que Jesús lo podía sanar, no fue desilusionado. El gran Médico curó primero su mente enferma, y después sus flaquezas corporales.
De ese modo Cristo atraía la gente hacia él. Les fue revelando verdades del más elevado carácter. El conocimiento que vino a impartir era el Evangelio, con toda su riqueza y su poder. El Portador de los pecados es consciente de todos los horrores que el mal le produce al alma, y vino a este mundo con un mensaje de liberación.
¿Qué es el cristianismo? Es el instrumento de Dios para la conversión del pecador. Jesús pedirá cuenta a todo aquel que no se someta a su voluntad, que no manifieste en su vida la influencia de la cruz del Calvario. Cristo debería ser exaltado por aquellos a quienes redimió al morir en la cruz.