«¿Qué más me falta?» (Mateo 19:20).
Cuando Jesús contestó la pregunta del joven rico, este dijo: «Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?».
Entonces Jesús le dijo qué le faltaba y «se fue triste». La entrevista había terminado; Jesús le pidió la llave maestra y el joven rehusó dársela.
¿Tiene Jesús las llaves de su vida? ¿Tiene él la llave a la biblioteca de su vida, o lee usted lo que le place? ¿Tiene él la llave al comedor de su vida; alimenta usted su alma con su Palabra? ¿Tiene él la llave al compartimiento de las recreaciones o va usted a donde le place? ¿Le ha dado usted a Cristo la llave maestra de su vida?
Todos nosotros podemos tener al Espíritu Santo, pero ¿tiene él nuestro todo? ¿Hay espacios que todavía tienen que ser llenos con el Espíritu Santo: espacios, lugares, habitaciones y armarios en nuestra casa espiritual en la cual él no ha «entrado por completo», porque no le hemos dado todas las llaves, desde el sótano hasta el desván de nuestra residencia espiritual?