Firmes en la Salvación
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Efe. 6: 10.
Si ustedes están íntimamente relacionados con Jesucristo, la Fuente de luz y sabiduría, pueden llegar a ser hombres y mujeres fuertes en el Señor.
Estamos tan inclinados a conformarnos sin una evidencia especial de nuestra proximidad a Dios, que fracasamos donde debiéramos triunfar. Jesús ha hecho todas las provisiones necesarias para que no solamente creamos una verdad impopular, sino para que tengamos gozo en él.
La verdad y la fe obran por el amor, y purifican el alma. Surge ahora esta pregunta: ¿Están progresando ustedes en el conocimiento de la verdad? ¿Tienen una relación viviente con Jesucristo?
Abrahán la tuvo, y conversó con los ángeles y les pudo pedir un favor. Moisés tuvo una relación viviente con Dios y su petición más ferviente fue ver la gloria de Dios. "Muéstrame tu gloria", fue su petición.
El Señor no lo reprendió por ello; no fue presuntuoso al tratar de saber más acerca de Dios y su gloria. Por lo contrario, vemos a este hombre de fe vigorosa oculto en la hendidura de la roca, y la mano de Dios puesta sobre ella; entonces le mostró su gloria. Nuestra fe y nuestra experiencia carecen del suficiente fervor. . .
Espero que ninguno de ustedes se quede conforme simplemente porque cree en la verdad. Mientras haya un alma que salvar en el mundo, es necesario que acudan a la Fuente de toda luz y todo poder para salvar a esas almas.
A ustedes no les importa que su experiencia tenga un molde terrenal y mundano. Hay almas que se pueden salvar o perder, y necesitan asimilar mucho más de Jesús en sus vidas, caracteres y experiencias.
Pueden ser de ayuda y bendición mutuas si son fieles donde están, y si sienten que son representantes de Dios en la tierra. . .
No permitan que la verdad, por tanto repetirla, se convierta en algo que no proporcione ningún beneficio especial; por el contrario, permitamos que nos capacite cada día más para participar de la sociedad de los ángeles celestiales en el reino de Dios