«Cuando Jesús estaba ya para irse, un hombre llegó corriendo… le preguntó… ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?… Jesús lo miró con amor y añadió: —Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes… y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme. Al oír esto, el hombre se desanimó y se fue triste porque tenía muchas riquezas» (Marcos 10:17–22).
Esta preparación era necesaria antes que esta alma notable pudiera llegar a ser discípulo de Jesucristo. Para usar el lenguaje del doctor Donald Davidson:
«Despójese de toda posesión, suprima todo afecto, despréndase de todas las cosas, quédese como si fuera un alma desnuda, sola en el mundo; sea tan solo un simple hombre y entonces, entréguese a Dios. “¡Vende todo lo que tienes y sígueme!”
Redúzcase al mínimo, si es que se puede decir así, hasta que no quede nada sino su conciencia de sí mismo, y entonces ponga esa conciencia a los pies de Dios en Cristo».
«El único camino a Jesús es el que se recorre solo. ¿Se despojará, se separará y tomará ese camino solitario o se “irá triste”?».