«Todo lo que estén pidiendo en oración… lo obtendrán» (Marcos 11:24).
¡Ah, las victorias de la oración! Son las cumbres de la Biblia.
Nos llevan a las llanuras de Mamre, a los vados de Peniel, a la prisión de José, a los triunfos de Moisés, a las victorias de Josué, a las liberaciones de David, a los milagros de Elías y Eliseo, a la santa historia de la vida del Maestro, al secreto de Pentecostés, al fundamento del ministerio incomparable de Pablo, a la vida de los santos y la muerte de los mártires, a todo lo que es más sagrado y dulce en la historia de la iglesia y la experiencia de los hijos de Dios.
Y cuando nuestro último conflicto haya pasado y el banquillo de la oración le haya cedido el paso al arpa de la alabanza, las escenas de nuestra vida que brillarán con eterno resplandor serán las que tengan que ver con la tristeza más profunda y la noche más oscura.