Evaluación Celestial
Así que, hermanos, os ruego por la misericordia de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Rom. 12: 1.
Constantemente se está evaluando el carácter. Los ángeles de Dios [amado lector], calculan su valor moral, evalúan sus necesidades y llevan su caso ante Dios. ¡Cuán fervientemente debiéramos luchar para saber qué quiere el Espíritu de Dios! Y cuán agradecidos deberíamos estar de que podamos encontrar ayuda en Alguien que es poderoso para salvar!. . .
¿Manifiesta usted impaciencia y profiere palabras apresuradas? ¿Está lleno de estima propia? ¿Tiene pensamientos y costumbres sensuales? ¿Está haciendo algo que se oponga de lleno al propósito de Dios?
¿Le está robando a su Padre Celestial al negarle sus talentos y su corazón? ¿Por qué no deja de hacerlo? ¿Por qué no se entrega plenamente a Dios? Le impartirá su luz y su paz, y usted gustará de su salvación.
No le traiga más a Dios una ofrenda perniquebrada o enferma. Sus facultades mentales y físicas están debilitadas debido a su transgresión; pero el Cielo no puede aceptar esa ofrenda.
¿Por qué no viene para que sus enfermedades sean sanadas, y pueda ofrecer un sacrificio vivo, santo y sin mancha? ¿Le ha estado robando a Dios los diezmos y las ofrendas?
Esta instrucción es para usted. Dice el Señor: "Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde" (Mal. 3: 10).
¿Por qué no confiar en la Palabra del Señor? Tenemos el privilegio de experimentar el gozo de Cristo. Es difícil convencer a los que han probado las riquezas del conocimiento de Cristo, que él es una raíz de tierra seca, sin parecer ni hermosura, en circunstancias que para nuestras almas es el "señalado entre diez mil", y "todo él codiciable" (Cant. 5: 10, 16).
¡Lo amo! ¡Lo amo! Veo en Jesús encantos incomparables. Veo en él todo lo que los hijos de los hombres pueden desear. Vengamos al "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1: 29).
Obtengamos una preparación para el cielo por medio de sus méritos y su justicia. Al corazón contrito humillado no despreciará.