«Es mejor que mi señor se adelante a su siervo, que yo seguiré al paso de la manada y de los niños, hasta que nos encontremos en Seír»
Génesis 33:14
¡Qué hermoso cuadro nos ofrece Jacob por su consideración hacia los animales y hacia los niños! No estaba dispuesto a que se les exigiera demasiado en un solo día ni que avanzaran al ritmo de un hombre fuerte como era Esaú, sino solo a la velocidad que fueran capaces de soportar. Sabía exactamente hasta dónde podrían llegar en un día y fue así como planificó el viaje.
Él había hecho ese mismo trayecto años antes y sabía por propia experiencia lo duro que era el camino, los calores y la distancia. Por eso fue que dijo: «Yo seguiré al paso de la manada» (Génesis 33:14).
«Pues nunca antes han pasado por ese camino» (Josué 3:4).
Nosotros «nunca hemos pasado por este camino», pero el Señor Jesús sí.
Para nosotros es terreno desconocido, pero él lo conoce por experiencia propia. Él conoce los lugares empinados que nos quieren dejar sin aliento, las partes rocosas que lastiman nuestros pies, el calor y los descampados que nos dejan exhaustos y los ríos caudalosos que tenemos que cruzar. Jesús ha pasado por todo esto antes que nosotros.
Como lo muestra Juan 4:6: «Jesús, fatigado del camino, se sentó». Fue golpeado por cada posible torrente, pero todas las aguas que vinieron contra él nunca apagaron su amor.
A Jesús todas las cosas que sufrió lo hicieron el líder perfecto. «Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro» (Salmos 103:14).
Piense en esto cuando se sienta tentado a cuestionar la mansedumbre de su liderazgo. Él recuerda siempre y nunca lo llevará a dar siquiera un paso más allá de lo que sus pies son capaces de soportar.
No importa si usted piensa que no es capaz de dar un paso más porque él lo fortalecerá para que pueda darlo o le dará una orden de alto y no tendrá que hacerlo.
—Frances Ridley Havergal