«Esto lo dijo sólo para ponerlo a prueba, porque él ya sabía lo que iba a hacer» (Juan 6:6).
Es posible que en este mismo momento usted tenga que enfrentarse con una necesidad tremenda y Cristo esté a su lado mirando y preguntándole al respecto. En efecto, él dice: «¿Cómo la vas a suplir?».
Él lo está escudriñando, observando con una suave y tierna compasión. ¿Cuántos de nosotros no hemos pasado la prueba? Hemos sacado papel y lápiz, y hemos comenzado a calcular cuánto pan podemos comprar por doscientos peniques; o hemos corrido de aquí para allá buscando amigos fuertes y pudientes para que nos saquen de apuros; o hemos estado completamente abatidos; o hemos murmurado contra él por traernos a semejante situación.
¿No debiéramos haber mirado a Cristo con un rostro resplandeciente, diciendo: tú tienes un plan, la responsabilidad es tuya y debes decirme qué tengo que hacer yo? He llegado hasta aquí en el camino de la obediencia a tu Espíritu guiador y ahora, ¿qué vas a hacer tú?
—C. G. Moore
Ellos no entendieron que Dios por su mano les daría libertad (Hechos 7:25). Es así hoy día.
«Dios no nos explica su técnica».
«En tu mano están mis tiempos». Si uno le cita este versículo a los nativos del Congo, lo traducirán a estas palabras encantadoras: «Todos los porqué, los cuándo, los dónde y los por cuanto de mi vida están en las manos de Dios».

