«Aún no había terminado de orar cuando vio que se acercaba Rebeca, con su cántaro al hombro. Rebeca era hija de Betuel, que a su vez era hijo de Milca y Najor, el hermano de Abraham.
»Entonces el criado de Abraham se arrodilló y adoró al SEÑOR con estas palabras: “Bendito sea el SEÑOR, el Dios de mi amo Abraham, que no ha dejado de manifestarle su amor y fidelidad, y que a mí me ha guiado a la casa de sus parientes”»
Génesis 24:15, 26–27
Las oraciones piadosas son contestadas antes que se hayan terminado de hacer. «Aún no había terminado de orar cuando vio…» (Génesis 24:15).
Esto ocurre porque Jesús prometió en su Palabra: «Mi Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre» (Juan 16:23). Cuando usted pide con fe y en el nombre del Señor Jesucristo; es decir, en unidad con él y su voluntad, «se les concederá» (Juan 15:7).
Toda vez que la Palabra de Dios no puede fallar, dondequiera que encontramos estas sencillas condiciones, la respuesta a nuestra oración ya nos ha sido concedida y se completa en el cielo mientras oramos, aun cuando en la tierra sea conocida hasta mucho después. Por lo tanto, es de sabios cerrar cada oración con una alabanza a Dios por la respuesta que él ya nos ha dado. «Bendito sea el SEÑOR… que no ha dejado de manifestarnos su amor y fidelidad» (Génesis 24:27).
—Messages from the Morning Watch
Lo que le pido a Dios cuando él me guía en la oración
Comienza a hacerse realidad en el instante mismo en que oro.