Piedras Vivas
"Y cuando se edificó la casa, la fabricaron de piedras que traían ya acabadas, de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro." 1 Reyes 6:7
Por respeto al Señor y a Su Casa, para que no hubiese ruidos ni conversaciones y gritos de obreros, cuando se construyó el templo se emplearon piedras traídas desde la cantera totalmente labradas. Por tanto, al edificarlo no se escuchó en el templo ni martillos ni piquetas ni ningún otro instrumento de hierro.
Si hoy día se contrata albañiles para levantar un templo al Señor, ellos cumplirán su trabajo, cada uno en su especialidad, y harán su vida laboral normal de obreros de la construcción, entre gritos, carcajadas, bromas de todo tipo, sobrenombres y discusiones.
No debe haber sido tan diferente en los tiempos antiguos, salvo vestuario e idioma. Se evitó ofender al Señor con nuestras humanas y burdas costumbres. ¡Y cuánto le ofenderemos todos con palabras y pensamientos vulgares!
Las piedras para construir la casa del Señor eran labradas en la misma cantera. El apóstol Pedro dice que los cristianos somos semejantes a piedras con las cuales Dios levanta Su Iglesia:
"vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo." (1 Pedro 2:5)
Él entendía muy bien que los humanos pecadores somos toscas piedras que el Señor pule y trabaja en la cantera del dolor, las circuntancias de la vida y el discipulado, con la intención de convertirnos en gemas preciosas para Él. De hecho, Jesús lo llamó "Petros" que significa piedra.
Cuando el Espíritu Santo edifica la nueva vida de un cristiano (personal, familiar, vocacional, laboral, eclesial, etc.) no labra su vida en el templo el domingo o el sábado sino en el diario vivir, en el trabajo, en medio de las vicisitudes del mundo y los problemas familiares.
En la adoración sublime y la oración profunda y sincera del culto no hay sonidos discordantes, no se escuchan "martillos ni hachas", como cuando en la semana es cincelada la piedra de nuestro corazón para esculpir en ella la más parecida imagen de Jesús.