Plenamente Satisfechos en Jesús. Devocional diario en (Juan 10:10). L.B. Cowman
“Yo he venido para que tengan [es decir, ustedes y yo] vida, y para que la tengan en abundancia.”
Qué contraste hay entre un desierto estéril y un oasis frondoso con sus palmas ondeantes y su verdor glorioso; entre ganados enjutos y hambrientos y las manadas que yacen en pastos verdes y junto a aguas tranquilas; entre la llanura sin vista y la altura de la montaña con su «tierra de distancias lejanas».
Qué diferencia hay entre la aridez de una existencia artificial, irrigada, restringida —una existencia desierta—, y una vida de lluvias copiosas, de vegetación tupida y de cosechas que surgen casi solas, ¡la vida abundante!
La primera es como el riachuelo poco profundo donde nuestro barco toca el fondo a cada momento o golpea alguna roca escondida; la última es donde nuestra quilla profunda nunca toca la tierra y surcamos ¡las ondas más turbulentas del océano!
Hay algunos creyentes que siempre parecen mantenerse con dificultad. Sus vestiduras espirituales están raídas, todo su porte es el de personas que están en pobreza extrema, viviendo con muy escasos recursos, en situación precaria de necesidad y bancarrota. Ellos escapan «por los pelos» y son «salvos así como por fuego».
Hay otras almas que «tienen vida en abundancia». Su amor «todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta», y «nunca deja de ser». Su paciencia tiene «toda longanimidad con gozo». Su paz «sobrepasa todo entendimiento». Su gozo es «inefable y glorioso».
Su servicio es tan desinteresado y alegre que el deber es un deleite. En una palabra, esta vida alcanza lo infinito así como lo eterno, navegando en los mares ilimitados e insondables de Dios y de su infinita gracia.
Oh, ¿dónde se encuentra esta vida? ¿Cómo se puede lograr que el lugar desierto produzca vida abundante?
¿Tenemos que preguntar nosotros, los que vivimos en el mar de lo infinito: «Dónde está el Dios que “no está lejos de cada uno de nosotros”, que puede estar en lo profundo de nuestro corazón por la fe y en quien “vivimos, nos movemos y somos”?».
—Dean Parrar