«Una tarde, salió a dar un paseo por el campo. De pronto, al levantar la vista, vio que se acercaban unos camellos»
Génesis 24:63
Seríamos mejores cristianos si pasáramos más tiempo a solas y lograríamos más si nos preocupáramos menos y pasáramos más tiempo en soledad y en reposada espera en Dios.
El mundo se ha metido demasiado dentro de nosotros, lo que hace que nos aflijamos con la idea de que si no estamos corriendo de un lugar a otro no estamos haciendo nada.
Ya no creemos en la importancia de un retiro apacible donde nos sentemos silenciosos sin hacer ni decir algo, lo que sea. Como pueblo de Dios nos hemos hecho también demasiado prácticos. Creemos que debemos tener todos nuestros hierros en el fuego y que todo el tiempo que pasamos lejos del yunque es tiempo perdido.
Pero nuestro tiempo nunca es más productivo que cuando nos apartamos para una meditación reposada, hablando con Dios y mirando a los cielos. Nunca tendremos demasiados de estos espacios abiertos en la vida, horas separadas cuando nuestras almas están completamente abiertas y accesibles a cualquier pensamiento celestial o influencia que a Dios le plazca poner en nuestro camino.
Alguien alguna vez dijo: «La meditación es el domingo de la mente».
En estos días tan agitados, deberíamos dar con más frecuencia a nuestra mente un «domingo», un tiempo en el cual dejemos de trabajar y simplemente permanezcamos quietos, mirando al cielo y extendiéndonos ante el Señor como el vellón de Gedeón, y permitiendo que el rocío del cielo lo humedezca. Deberíamos tener periodos de tiempo en que no hagamos nada, no pensemos en nada y no planeemos nada sino simplemente yacer en las verdes faldas de la naturaleza para descansar «un poco» (Marcos 6:31).
El tiempo pasado de esta manera no es tiempo perdido… Y los que viven en las ciudades deberían salir al campo, lejos del ajetreo de la ciudad. Después de haberse saturado del ruido y el calor de la ciudad, la comunión con la naturaleza es muy reconfortante y producirá una influencia tranquila y sanadora.
—Seleccionado