«Volvieron a Cades, en el desierto de Parán, que era donde estaban Moisés, Aarón y toda la comunidad israelita, y les presentaron a todos ellos un informe, y les mostraron los frutos de esa tierra. Éste fue el informe:
—Fuimos al país al que nos enviaste, ¡y por cierto que allí abundan la leche y la miel! Aquí pueden ver sus frutos. Pero el pueblo que allí habita es poderoso, y sus ciudades son enormes y están fortificadas…
»Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés, y dijo:
—Subamos a conquistar esa tierra. Estoy seguro de que podremos hacerlo.
»Pero los que habían ido con él respondieron:
—No podremos combatir contra esa gente. ¡Son más fuertes que nosotros!
»Y comenzaron a esparcir entre los israelitas falsos rumores acerca de la tierra que habían explorado. Decían:
—La tierra que hemos explorado se traga a sus habitantes, y los hombres que allí vimos son enormes… Comparados con ellos, parecíamos langostas, y así nos veían ellos a nosotros» (Números 13:26–33).
Sí, los israelitas vieron gigantes, pero Josué y Caleb vieron a Dios. Los que dudaron, aún dicen hoy: «No podremos combatir contra esa gente. ¡Son más fuertes que nosotros!» (Números 13:31). Pero los que creen, dicen: «Subamos a conquistar esa tierra. Estoy seguro de que podremos hacerlo» (Números 13:30).
Los gigantes representan las grandes dificultades y están siempre al acecho. Se los encuentra en nuestras familias, en la iglesia, en la vida social e incluso en nuestros propios corazones.
Nuestro deber es derrotarlos o nos devorarán, así como los antiguos israelitas, temerosos de la gente de Canaán, dijeron: «La tierra que hemos explorado se traga a sus habitantes, y los hombres que allí vimos son enormes» (Números 13:32).
Pero nosotros tenemos que demostrar fe como lo hicieron Josué y Caleb, que dijeron: «Así que no se rebelen contra el SEÑOR ni tengan miedo de la gente que habita en esa tierra. ¡Ya son pan comido!» (Números 14:9).
De hecho, a menos que nos impongamos por fe, seremos tragados, consumidos por los gigantes que bloquean nuestro camino. Con «ese mismo espíritu de fe» (2 Corintios 4:13) que Josué y Caleb tenían miremos a Dios y él se hará cargo de las dificultades.
—Seleccionado