«El que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás» (Juan 4:14).
Mi corazón te necesita, oh Señor, mi corazón te necesita. Ninguna otra parte de mi ser te necesita tanto como mi corazón. El resto de mi ser se puede llenar con tus dones. Mi hambre la puedo satisfacer con el pan de cada día. Mi sed la puedo saciar con aguas terrenales.
El frío se puede quitar con fuegos caseros. Mi cansancio se puede aliviar con descanso externo. Pero ninguna cosa externa puede hacer que mi corazón sea puro. El día más tranquilo no calma mis pasiones. La escena más hermosa no embellece mi alma. La música más sublime no producirá armonía dentro de mí.
Las brisas pueden limpiar el aire, pero ninguna brisa puede limpiar mi espíritu. Este mundo no ha provisto para mi corazón. Ha provisto para mis ojos; ha provisto para mis oídos; ha provisto para mi tacto; ha provisto para mi gusto; ha provisto para mi apreciación de la belleza, pero no ha provisto para mi corazón.
Abra sus ojos a los montes. Apresúrese al Calvario, a «la escalada horrible del Calvario» y en el camino visite las laderas del monte de los Olivos, donde crecen los árboles del Getsemaní. Contemple allí la agonía del Señor, donde ya saboreó la tremenda copa que bebió hasta las heces al mediodía siguiente en la cruz. Ahí está la respuesta a su necesidad.
Provee para mi corazón, oh Señor. Es la única ave sin alas en toda la creación. Concédele alas, oh Señor, concédele alas. La tierra no le ha dado alas; su mismo poder para amar a menudo lo ha arrastrado al lodo. Se tú la fuerza de mi corazón.
Se tú su fortaleza en la tentación, su escudo en el remordimiento, su refugio en la tormenta, su estrella en la noche, su voz en la soledad. Guíalo en su lobreguez; ayúdalo en su exasperación; dirígelo en su duda; sosiégalo en su conflicto; revívelo en su desfallecimiento; inspíralo en su perplejidad; condúcelo a través de su laberinto; levántalo de su ruina.
No puedo gobernar este corazón mío; guárdalo bajo la sombra de las alas tuyas.
—George Matheson
«Vengan a mí… y yo los haré descansar».