La Fortaleza de Dios
El mismo Dios que mantiene a la tierra en su órbita, que aviva la llama del sol y que enciende las estrelladas lumbreras de la noche ha prometido suplirte de fuerzas cada día.
La Fortaleza de Dios
Isaías 41:10
Dios tiene una enorme reserva de poder con la cual cumplir la promesa de hoy, porque él es capaz de hacer todas las cosas. Querido creyente, no tienes nada que temer mientras no puedas drenar por completo el océano de la omnipotencia de Dios ni derribar las imponentes montañas de su increíble fuerza y hacerlas pedazos. Jamás pienses que la fuerza humana será capaz de superar el poder de Dios.
Mientras los cimientos del planeta permanezcan tienes suficientes razones para permanecer firme en tu fe. El mismo Dios que mantiene a la tierra en su órbita, que aviva la llama del sol y que enciende las estrelladas lumbreras de la noche ha prometido suplirte de fuerzas cada día.
Dado que él es plenamente capaz de sustentar el universo, jamás te imagines que será incapaz de cumplir sus propias promesas.
Recuerda lo que hizo en los días de antaño con las generaciones anteriores. Recuerda cómo él habló y fue hecho, cómo él dio la orden y la creación cobró vida.
¿Acaso perderá su poder el que creó el mundo? ¿El que colgó el mundo de la nada de repente será incapaz de sostener a sus hijos? ¿Será infiel a su Palabra por falta de poder? ¿Quién es el que controla las tormentas porque hace «de las nubes [sus] carros de guerra.
¡[Él cabalga] en las alas del viento!» (Salmo 104:3) y tiene a los océanos en «la palma de su mano» (Isaías 40:12) ¿Cómo podría él fallarte? Si es que puso una promesa de fe como esa en su Palabra, ¿creerás siquiera por un momento que él podría haberse excedido diciendo algo que no fuera capaz de cumplir con su poder?
¡De ninguna manera! ¡Ya no dudes más! Oh, mi Dios y mi fortaleza, sé que tu promesa se cumplirá porque la reserva inagotable de tu gracia jamás podrá agotarse, tus amigos jamás podrán vaciar la sobreabundante provisión de tu fortaleza ni tus enemigos la podrán saquear. Que el débil sea fuerte, y que el brazo de Jehová sea su cántico. Philip Doddridge, 1702-1751