Ni Afán Ni Ansiedad Vivamos con Gozo
Con cuanto afán cada día las personas comienzan a preocuparse por todo. Jesús nos interpela diciendos: No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
Ni Afán, Ni Ansiedad
"No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas." Mateo 6:31,32
Ni comida, ni bebida, ni vestuario, ni otras necesidades básicas de nuestro cuerpo deben ser motivo de preocupación, nerviosismo, angustia o duda. El Señor nos llama a confiar en el Padre y no afanarnos más de lo necesario. Nuestra actitud debe ser de fe en el Todopoderoso "echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros." (1 Pedro 5:7)
La ansiedad no nos hace bien, el cuerpo se tensa dando lugar a dolores de cabeza, rigidez en los hombros, dolor de cuello e incluso migrañas. La ansiedad genera alteraciones en el organismo tales como fatiga intensa, trastornos cardiovasculares, desórdenes gastrointestinales, problemas en la piel y “trastornos psicosomáticos”.
Mas también la ansiedad es signo de falta de fe en el cuidado de Dios para con Sus hijos: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento." (Salmos 23:4)
"Mi Señor y Dios, tú eres mi roca, mi defensor, ¡mi libertador! Tú eres mi fuerza y mi escudo, mi poderosa salvación, mi alto refugio. ¡En ti confío!" (Salmos 18:2)
No nos afanemos tanto pensando qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos porque vienen tiempos de recesión y una economía global difícil. Dios es más fiel que toda circunstancia negativa:
"Me gozaré y alegraré en tu misericordia, Porque has visto mi aflicción; Has conocido mi alma en las angustias. No me entregaste en mano del enemigo; Pusiste mis pies en lugar espacioso" (Salmos 31:7,8)
"En el día que temo, Yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra; En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?" (Salmos 56:3,4)
Los incrédulos y los cristianos con una fe débil se afanan y angustian pensando que no tendrán suficiente para el sustento. No se trata de ser irresponsables, no trabajar y esperar que las cosas nos lleguen gratis, sino de tener una actitud de confianza en el Padre que "sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas."