Alcanzando Nuestro Proposito en la Vida
Cuando Dios lo creó a usted, tenía en mente una cierta tarea que Él quería que se realizara en la tierra. Por eso, lo creó a usted con las habilidades idóneas para llevar a cabo esta obra mejor que cualquier otra persona.
Cuando Dios lo creó a usted, tenía en mente una cierta tarea que Él quería que se realizara en la tierra. Por eso, lo creó a usted con las habilidades idóneas para llevar a cabo esta obra mejor que cualquier otra persona.
De igual manera, nadie puede alabar a Dios o relacionarse con otras personas exactamente como lo hace usted.
Su sentido del humor es muy particular, y también su manera de servir a los demás, de cantar, de contar historias, de levantar un negocio y de decorar su hogar. ¡Nadie puede hacer todo esto como lo hace usted! Usted aporta algo al mundo que ninguna otra persona puede aportar. Dios se deleita en usted de una manera muy especial.
Ese destino único, ese sueño, ese “algo” especial que usted hace mejor que nadie está destinado a cambiar el curso de la historia. Hay un momento en la vida de toda persona en que su sueño y su destino pueden influir en la vida de millones, y tal vez miles de millones de personas.
En su vida surgirán oportunidades que Dios ha planificado de antemano para que usted pueda cumplir su destino y así marcar para siempre a muchas personas. Tal vez haya sido rechazado de adulto, o quizás haya vivido una vida completamente egoísta y sin sentido hasta este punto. Con todo, usted está aquí por una razón especial, y esa razón se encuentra en el sueño que está en su corazón.
¿De dónde vienen los sueños? Los sueños no provienen de los hombres. Su sueño ni siquiera se originó en su persona. Mora en usted, pero fue Dios quien lo puso en su corazón. ¡Él es la fuente de su sueño!
Cuando las personas sueñan sin tener a Dios en su vida, sus sueños son vacíos y poco gratificantes. Cada persona debe venir a Jesús para que su sueño cobre sentido.
De hecho, sin Jesús, una persona puede perseguir un sueño y una meta para su vida que Dios no ha puesto en ella. ¡Todos los sueños no son de Dios! Algunos sueñan con ser ricos y vivir desenfrenadamente, y su sueño los impulsa a llevar una vida irresponsable y sin sentido. Otros sueñan con estafar a las personas y quitarles su dinero, o cortejar y luego aprovecharse de una mujer. Estos son sueños impíos.
Pero si su sueño viene de Dios, nadie lo podrá parar. El primer paso para alcanzar su sueño es establecer una relación personal con Cristo. Una vez que haya establecido una relación personal con Cristo, puede empezar a examinar sus sueños y decidir cuáles son de Dios. La pregunta más crítica, y la que más hace la gente es: “¿Cómo sé cuáles sueños son de Dios?” La respuesta es la siguiente: Usted sabrá si su sueño es de Dios si:
- Es mayor que usted.
- No logra soltarlo.
- Estaría dispuesto a dejar todo por alcanzarlo.
- Permanecerá para siempre.
- Satisface una necesidad que nadie más ha satisfecho.
- Glorifica a Dios.
Cuando hablo de “sueños” no me estoy refiriendo a los pensamientos nocturnos que surgen cuando el cerebro de una persona examina y organiza los acontecimientos del día. Me refiero más bien a la visión y a las metas que llenan a la persona de entusiasmo y de gozo cuando piensa en ellas.
Me refiero a lo que usted desearía que fuera su vida: lo que anhela hacer, la manera en que quisiera hacerlo, y el tipo de persona que desearía llegar a ser. Su destino y su razón de vivir están envueltos en sus sueños y deseos, así como los datos genéticos se encuentran enterrados en una semilla.
Ese sueño en su corazón contiene su “ADN” espiritual, que revela quién es usted. Su sueño es esa idea, esa visión para su vida que quema dentro de su corazón; es algo que no puede reprimir o ignorar por mucho tiempo. Le viene a la mente una y otra vez porque es parte de su identidad; nunca lo dejará tranquilo.
No hay hombre o mujer que no tenga un sueño, ya que Dios ha diseñado a todo ser humano para tener un sueño en su corazón. El descubrir y llevar a cabo sus sueños es la clave para sentirse realizado.
Sin un sueño, la persona se sentirá frustrada en el presente, y no vivirá plenamente su futuro. Se ha dicho que nadie tiene el derecho de venir a este mundo y salir de él sin dejar atrás razones específicas y legítimas por haber vivido. Sin embargo, la mayoría de las personas no persiguen sus sueños.
Tal vez usted se haya distraído con otras cosas que lo han desviado de su sueño. O tal vez le parezca que su vida está destinada a ser insignificante. En algún momento el barullo de la vida cotidiana lo envolvió hasta tal punto que perdió de vista los designios y los propósitos de Dios.
Pero la Biblia dice que Él nos conoció desde la fundación del mundo (Apocalipsis 17:8). Antes de que naciéramos, Él ya tenía un propósito para nuestra vida. La Biblia dice que Dios es el “gran pastor” y nosotros las “ovejas”. Dice que el Pastor nos conoce a todos por nuestro nombre.
Él lo conoce como individuo de una manera muy personal. Dios incluso dice: “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros” (Isaías 49:16). Él se preocupa por usted; está siempre pensando en usted.
Cuando nosotros miramos una muchedumbre en un evento deportivo, un centro comercial o una plaza concurrida, vemos sólo una masa de gente; no distinguimos a cada persona.
En cambio, Él mira la muchedumbre y ve a cada persona individual. Para Él, cada rostro es diferente, cada expresión cuenta una historia, y en cada corazón hay un sueño que está floreciendo.