El Reino de Dios es la rectitud eterna
Cristo tuvo siempre mucha razón en todo. Nunca lo desvió ninguna consideración secundaria, jamás le dio lugar a lo que no valía la pena.
Proverbios 14.12; Romanos 3.4; 1 Juan 2.16-17
¡Buscad primeramente el Reino de Dios! Hemos pasado lista a las estrategias de varios pueblos y grupos y entre ellas hemos encontrado el Emperador, la Familia, la Casta, la voluntad fatalista de Alá, la Nada, la Sociedad, el Estado, la Raza, el Dinero, el Placer, la Holganza, y el Reino de Dios. Doce estrategias, ¿Cuál es la correcta?
Cristo tuvo siempre mucha razón en todo. Nunca lo desvió ninguna consideración secundaria, jamás le dio lugar a lo que no valía la pena. Siempre sus palabras revelaron su cordura fundamental, ¿pudo haberse equivocado en este caso? Hacer la pregunta es contestarla.
Su respuesta está sobre toda respuesta. Cuando la repetimos se comprueba por sí sola. No nos queda otra elección; aceptamos lo que Cristo nos aconseja o nos colocamos en el lugar equivocado. Si lo que Cristo da como contestación es incorrecto, entonces no hay otra contestación. Muchas veces me he quedado pensando en las palabras siguientes: “Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia” ¿Por qué “y su justicia?” ¿No está ésta incluida en el Reino? ¿No es ésta una adición innecesaria? Quizás nos podríamos contestar esta pregunta si decimos “y su rectitud”. El Reino de Dios es eternamente “recto” y todo lo que no se encuentre en armonía con él está equivocado, torcido, fuera de lugar, condenado a estrellarse contra la Rectitud Eterna. Si no es esa la interpretación que ha de darse a esas palabras, de todas maneras es una realidad. Cuando nosotros buscamos primeramente el Reino de Dios, entonces nos colocamos del lado correcto y la Realidad entera nos apoya y coopera con nosotros, y todo nos sale bien. Pero si buscamos lo demás primero, nos ponemos en contra de la Realidad y todo nos resulta mal. La razón por la que el mundo va de tumbo en tumbo sin encontrar la paz es que se ha colocado en posición fundamentalmente errónea: primero va buscando lo que debe venir después. Oh, Cristo viviente, ¿cómo podré cesar de darte gracias por Tu respuesta? Has tenido tanta razón para dar esa respuesta, que todo me lo confirma. Ahora ayúdame a aceptar tu verdad con todas las fuerzas de mí ser. Por tu nombre. Amén. Tomado del libro: Vida en abundancia