Religiosamente Correcto
Las cosas buenas se han convertido en el enemigo de las mejores cosas. Lo desafío a que permita que su corazón sea quebrado por el Espíritu Santo. Es tiempo de que lleve una vida santa.
¿Está tan hambriento de Dios que este lo consume hasta el punto de no interesarle lo que las personas piensen de usted? No hablo de entusiasmo de la alabanza y adoración. Como lo llamaríamos.
Hablo de un hambre por la presencia de Dios. ¿Persigue usted su presencia?
Yo acostumbraba preparar buenos sermones y reunir grandes multitudes, e intentar grandes logros para Dios.
Pero me arruiné. Ahora soy un buscador de Dios. Ya nada más importa. No me interesa lo que otras personas o ministros piensen de mí. Estoy yendo tras Dios. Esto no es vanidad; es hambre.
Cuando usted busca a Dios con todo su corazón, alma y cuerpo, Dios se volverá para encontrarlo y, para un mundo, usted saldrá arruinado.
Nuestro problema es que nunca hemos estado realmente hambrientos. Hemos permitido que cosas de este reino satisfagan nuestras vidas y sacien nuestra hambre.
Hemos venido a Dios semana tras semana, año tras año, solo para dejarlo llenar pequeños espacios vacíos. Le digo que Dios está cansado de estar en “segundo lugar” en nuestras vidas.
¡También está cansado de ser segundo para el programa de la iglesia local y para la vida de la iglesia! Todo lo bueno, incluso las cosas que su iglesia local hace, debería brotar de la presencia de Dios.
Nuestro principal factor motivador debería ser: “Lo hacemos por causa de Dios y porque está en su corazón”. Pero si no somos muy cuidadosos, podemos estar enredados haciendo cosas para El que nos olvidamos de Él.
Las cosas buenas se han convertido en el enemigo de las mejores cosas. Lo desafío a que permita que su corazón sea quebrado por el Espíritu Santo. Es tiempo de que lleve una vida santa.
Deje de mirar lo que acostumbraba mirar; deje de leer lo que acostumbraba leer si lee más esto que la Palabra de Dios. Él debe ser su primer y mayor hambre.
La artimaña de Satanás ha sido mantenernos tan llenos de basura de modo de que no estemos hambrientos de Dios, y esto ha funcionado magníficamente por siglos.
El enemigo nos ha acostumbrado a sobrevivir sobre una prosperidad terrenal y una subsistencia miserable en el reino espiritual, que solo una migaja de la presencia de Dios satisfará.
Están aquellos que no se contentan más con las migajas. Lo quieren a Dios y no se conformarán con menos.
¡Usted es un buscador de Dios si rehúsa estar contento con algo menos que un plan completo! Los falsificadores ya no lo satisfacen ni interesan; usted debe tener lo real.
La mayoría de nosotros, sin embargo, mantenemos nuestras vidas tan repletas de comida chatarra para el alma y diversión para la carne, que no sabemos lo que es estar realmente hambriento.
¿Ha visto alguna vez a personas hambrientas? Quiero decir personas realmente hambrientas.
Si pudiera venir conmigo en un viaje ministerial a Etiopía o viajar a alguna tierra asolada por el hambre, vería lo que sucede cuando bolsas de arroz son exhibidas entre personas realmente hambrientas. Vienen de todas partes en cuestión de segundos.
La mayoría de nosotros comemos antes de ir a una reunión en la iglesia, de modo que la vista de una rodaja de pan sobre el altar no sería nada para nosotros.
Pero cuando Dios me dijo una mañana que predicara acerca del pan, también dijo: “Hijo, si ellos estuvieran muriendo de hambre físicamente, actuarían de manera diferente”.
Las acciones de las personas realmente hambrientas parecen concordar con lo que Jesús dijo acerca del Reino de los Cielos: “…los violentos lo arrebatan” (Mateo 11:12).
Por alguna razón eso no parece concordar con nosotros, ¿no? Nos hemos convertido tan “iglesia satisfechos” que tenemos nuestra propia forma de “corrección política” y una etiqueta cordial.
Puesto ser que no queramos ser demasiados radicales, que alineemos todas las sillas en agradables filas y esperamos que nuestros servicios conformen una línea recta y también las líneas organizadas.
Necesitamos estar tan desesperadamente hambrientos por Dios ¡que olvidemos literalmente nuestros modos! La diferencia más aparente entre la adoración litúrgica y la adoración “carismática”, es que una tiene un programa impreso y la otra es memorizada.
Los adoradores en ambos “campos” ¡comienzan a desplegar un hambre desesperado por la presencia de Dios! Todos en quienes puedo pensar del Nuevo Testamento que “olvidaron sus modos” recibieron algo de Dios.
No hablo de rudeza por sí misma; ¡hablo de rudeza nacida de la desesperación! ¿Y qué hay respecto a la mujer desesperada con un problema incurable de hemorragia que se abrió paso a través de la multitud hasta tocar el borde de las vestiduras del Señor? (Mateo 9:20-22).
¿Qué hay con la impertinente mujer cananea que se mantuvo rogando a Jesús para que librara a su hija de los demonios en Mateo 15:22-28? Aunque Jesús la insultó cuando dijo: “No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos” (Mateo 15:26), ella insistió.
Fue tan ruda, tan abrupta, y tan agresiva – o simplemente estaba tan hambrienta de pan – que contestó: “Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos” (Mateo 15:27).
Para ser honesto, espero que Dios tome con fuerza a hombres y mujeres de su iglesia y los motive a volverse tan obsesivos por el pan de su presencia, que nada los detendrá. Una vez que eso sucede, ellos no quieren solo un toque, “bendíceme”. Querrán que Dios se presente en el lugar sin importar cuánto cueste o cuán incómodo pueda sentirse.
Ellos pueden sonar y actuar rudamente, pero realmente no les interesa la opinión del hombre, solo la opinión de Dios. Es preciso decir que la Iglesia, generalmente, no tiene realmente un lugar para personas como esas. Nos hemos vuelto satisfechos con que la iglesia proceda en el oscuro modo “normal y de status quo”.
No estoy feliz con que sea de esta manera, ¡quiero más! No sé usted, pero cada asiento vacío que veo en una iglesia me grita: “¿No puedes poner un cuerpo hambriento en este asiento?” Esto alimenta mi santa frustración, mi descontento divino.
Creo que Dios es el que “abre caminos” (Miqueas 2:13) para romper literalmente los cielos, de modo que todos puedan comer y alimentarse en la mesa de Dios. Sin embargo, antes de que los cielos puedan ser abiertos, las fuentes de la profundidad deben ser quebradas (Génesis 1:8; 7:11).
¡Es tiempo de que alguna iglesia, en algún lugar se olvide de tratar de ser una “iglesia políticamente correcta” y abra los cielos para que el maná pueda caer y comience a alimentar el hambre espiritual de la ciudad! Es tiempo de que taladremos un agujero en los cielos de modo que la gloria de Dios pueda comenzar a brillar sobre nuestras ciudades.
Lo único que va a volver la atención y el favor de Dios hacia nosotros es nuestra hambre. Debemos arrepentirnos, alcanzar el rostro del Señor, y orar: “Dios, míranos, y te miraremos a ti”. Dios está en todas partes, pero no vuelve su rostro y su favor en todas partes. Esa es la razón por la que nos dice que busquemos su rostro.
Sí, Él está presente con usted cada vez que se encuentra con otros creyentes en un servicio de adoración, pero: ¿cuánto ha pasado desde que su hambre lo hizo echarse en su regazo y, como un niño, alcanzar y tocar el rostro de Dios para volverlo hacia usted? ¡Intimidad con Él! Eso es lo que Dios desea, y su rostro debería ser nuestro mayor enfoque