Nunca nos Olvidemos de Jesús
Haced esto en memoria de mí dijo Jesús. ¡Parece entonces, que los cristianos pueden olvidar a Cristo! No habría necesidad para esta afectuosa exhortación, si no hubiese una recelosa suposición de que nuestros recuerdos resulten traidores. 1 Corintios 11:24
Nunca Olvidemos a Aquel que no nos Olvidó
Haced esto en memoria de mí
(1 Corintios 11:24)
¡Parece entonces, que los cristianos pueden olvidar a Cristo! No habría necesidad para esta afectuosa exhortación, si no hubiese una recelosa suposición de que nuestros recuerdos resulten traidores.
Esto no es una mera suposición pues está demasiado confirmado en nuestra experiencia, no como una posibilidad, sino como un lamentable hecho. Parece casi imposible que los que han sido redimidos por la sangre del Cordero y han sido amados por el eterno Hijo de Dios con un amor eterno, olviden al precioso Salvador.
Pero si esto alarma al oído, es, ¡ay!, demasiado evidente al ojo para que nos permita negar el crimen.
¡Olvidar al que nunca nos olvidó! ¡Olvidar al que derramó su sangre por nuestros pecados! ¡Olvidar al que nos amó hasta la muerte! ¿Será posible? Sí, no solo es posible, sino que la conciencia confiesa (lo que es una lamentable falta nuestra), que nosotros permitimos que Jesús, como si fuera un viajero, quede con nosotros una sola noche.
Jesús a quien tendríamos que considerar como el eterno objeto de nuestras memorias, es solo un visitante.
La cruz, donde uno creería que permanece el recuerdo y donde la negligencia debería ser un intruso desconocido, es, en cambio, profanada por los pies del olvido.
¿No te dice tu conciencia que ésta es la verdad? ¿No notas que te has olvidado de Jesús? Alguna cosa terrenal te roba el corazón y tú te olvidas de aquel en quien debiera ser puesto tu afecto.
Algún asunto carnal embarga tu atención, cuando en verdad debieras fijar tus ojos en la cruz. Es la constante agitación del mundo, la incesante atracción de lo terrenal, lo que aparta al alma de Cristo.
Mientras la memoria reserve alguna mala hierba, la Rosa de Sarón se marchitará. Resolvámonos aprender en nuestros corazones con relación a Cristo, una celestial no me olvides, y tomémonos fuertemente de Él.