Llamados a Tener Comunión con Jesús
Como cristianos, tenemos una relación con Dios, él es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos, pero eso no significa que necesariamente tengamos el tipo de comunión con él que él planeó para nosotros. Un mensaje de Dios en Lucas 5:16
LLAMADOS A TENER COMUNIÓN CON JESÚS Mensaje de Dios por Jim Cymbala
¿Conoces a un padre que ya no le habla a su hijo? Tal vez fueron cercanos alguna vez, pero fueron dichas palabras duras durante una discusión y no han hablado desde entonces.
O tal vez conoces a una pareja casada que rara vez se comunican y no disfrutan de la compañía mutua. Estas personas tienen una relación, pero no tienen comunión entre ellos.
Como cristianos, tenemos una relación con Dios, él es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos, pero eso no significa que necesariamente tengamos el tipo de comunión con él que él planeó para nosotros.
Las escrituras de grandes líderes cristianos de hace cien años o menos, ponen un fuerte énfasis en la comunión bidireccional entre el Señor y su pueblo, pasando tiempo en su presencia solo escuchando su voz.
Nuestro mejor modelo para esto es Jesús, quien a menudo “se apartaba a lugares desiertos, y oraba” (Lucas 5:16).
Aunque era el Hijo de Dios, Jesús consideró necesario pasar tiempo a solas con el Padre en oración>, para discernir lo que Dios quería que él hiciera.
Él escuchaba a su Padre en busca de dirección y en busca del tema mismo de su enseñanza: “La palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió” (Juan 14:24).
Fue mientras tenía comunión con el Padre, que Jesús fue dirigido a escoger doce hombres para ser sus seguidores. “Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él.
Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar” (Marcos 3:13-14). Notamos que la primera razón que Marcos da para designar a los Doce fue para que pudieran "estar con él".
Cuando Jesús llamaba a alguien, la comunión venía antes que el ministerio. Cuando descuidamos nuestra comunión con él, nos debilitamos; tenemos menos fe, menos gracia y más estrés.
Sucede algo especial cuando estamos con Jesús, cuando estamos en la presencia de Dios, algo que nos ayuda a tener más paz y gozo.