Las promesas de Dios son declaraciones divinas que se encuentran en las Sagradas Escrituras que garantizan el cumplimiento de algo en particular. Estas promesas pueden ser de diferentes tipos y abarcar diversos aspectos de la vida humana, como la salvación, la provisión, la protección, la sanidad, la paz, la sabiduría, la dirección, entre otros.
Las promesas de Dios son verdades eternas que nunca cambian. En la Biblia, encontramos muchas promesas de Dios que han sido cumplidas y muchas otras que aún están por ser cumplidas, pero podemos confiar en que se cumplirán tal como están escritas, porque Dios es fiel y no cambia.
Aunque las promesas de Dios son seguras y confiables, muchas veces están condicionadas a nuestra obediencia y fidelidad. En la Biblia, encontramos muchas promesas que están dirigidas a aquellos que buscan a Dios y obedecen sus mandamientos.
Promesas de Dios en la Biblia sobre la Guia de Dios: ÉXODO 15:13 Por tu gran amor guías al pueblo que has rescatado; por tu fuerza los llevas a tu santa morada.
Dios hace por usted lo que usted no puede hacer por sí mismo… incluso algunas cosas que no sabe cómo pedirle. De hecho Dios le pondrá en situaciones específicas para revelarle su bondad y moldear su carácter.
¿Cuál es este amor al que Jesús nos pide que regresemos? ¿Es un amor profundo emocional por El que se ha enfriado? ¿Es un amor que sacrifica todo? ¡En algún momento estuvimos dispuestos a hacer cualquier cosa por El! ¿Es amor por su palabra?
Si usted reacciona con incredulidad a su instrucción, sin esperar realmente que el Padre cumpla lo que promete, simplemente está demostrándole que no está listo para su bendición completa.
Podemos convivir con muchas dificultades y sacrificios, pero cuando percibimos que hemos sido tratados con injusticia nos sentimos traicionados en lo más profundo de nuestro ser, especialmente cuando viene de aquellos que más amamos.
¿Por qué un Dios de amor nos dice que la sabiduría comienza cuando lo tememos? Porque cuando nos acercamos al Santo con una familiaridad informal, no vivimos la realidad. No lo tomamos con la seriedad que deberíamos.